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El andador, mi amigo fiel

Así es. Mateo arrancará el jardín con su super mega maquina de caminar, como le dice su papá. La verdad es que el andador le da mucha seguridad y podríamos decir que prácticamente, corre. Corre con su andador. Fuera de él siempre busca "la manito" de alguien que lo asista para caminar.

Es increíble la independencia que le da su andador. Va, viene, juega A LA PELOTA en su nuevo parque lleno de pasto; sí, Mateo patea. Y con las dos piernas, eh. A veces la derecha, pocas veces la izquierda, pero lo hace. Confirmado: le encanta jugar a la pelota... qué desafío, pienso. Pero qué sorprendente, verdad, ¡mirá cómo hace...! ¡Mirá cómo se las ingenia...! Lo hace a su manera, claro, pero va, llega y le pega. Y da la vuelta, y corre, y vuelve a buscarla. "Gooool", grita. Y se ríe, y la vuelve a buscar. Por supuesto, de noche termina agotado. Pero es tan feliz... Estamos tan felices por él. Tanto esfuerzo a diario, tantos meses con tantas terapias para verlo ahora caminar y jugar a la pelota, porque con o sin andador JUEGA A LA PELOTA SEÑORES y eso es sencillamente maravilloso.

Es un milagro. Y hay que agradecer. Nadie sabe cuánto necesitará de su andador. Nadie sabe cuándo ganará más confianza o mejorará su equilibrio. Al principio me costó entender que necesitaría uno porque "dale, se lo van a llevar puesto en el jardín", pero después me maravilló ver su autonomía. Me alivió.

Un triciclo mágico


El triciclo. Ese es otro gran compañero estrella de Mateo hoy. Hace unas semanas que por fin llegó su mega súper triciclo adaptado que le permite pedalear sin soltarse. Lo ama, realmente.Todos los días salimos a pedalear cuando baja el sol un rato. Hace poco que logró hacerlo solito. Otro milagro. Su triciclo es verde, un color que le gusta mucho, y todos los nenes del barrio cuando sale a pedalear lo miran y codean a sus mamás diciendo "Mirá, mamá, ese triciclo, yo quiero uno así" o "Mengano tiene uno parecido". Los nenes supongo que no ven que el mega súper triciclo tiene además un soporte adicional de tronco para cuidarle su espalda, o que tiene velcros en los pies para que no se resbalen las zapatillas y perder el pedaleo. Pero eso no importa, pensarán, les gusta cómo es y listo. Me maravilla esa inocencia. No es algo que pase a menudo, pero cada vez pasa más seguido. Me alegra. Me llena de alivio.

El triciclo fue indicado por su kine, a quien extraño mucho porque fue la primera terapista que tuvo Mateo en su vida. Hace poquito que nos mudamos a Tigre y dejamos CABA, ergo, cambiamos todas las profesionales que atendieron a Mateo desde los 7 meses de vida. Dejamos la capital pero ganamos un jardín enorme para que los chicos jueguen, para que Mateo pueda pedalear a su antojo y para que ande con su andador por todos lados y le gane confianza. En Capital todo eso era difícil. Vivíamos en un departamento muy pequeño y sacarlo con un andador por la calle era complejo por el ruido, la gente, y el ruido y la gente.

Su kine nos explicó que el triciclo, sumado a sus terapias, sería una actividad lúdica muy buena para él, que convive con una diparesia. Pedalear fortalece todo: esos músculos que no usa porque no está acostumbrado a usarlos, esa hipotonía de cadera, las articulaciones, la circulación, el juego, su organización sensorial de tiempo y espacio, su equilibrio, su confianza. El tronco, los brazos. Todo, básicamente.

Lo mejorcito de todo esto es el costo beneficio: no hay costo, porque Mateo es muy feliz al usarlo.

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